• Cuatro consejos básicos para guardar el vino una vez abierto

    1. Volver a tapar la botella

    Lo primero y principal es guardar el vino tapado. El motivo es el ya señalado: si se deja sin tapar, la cantidad de oxígeno que entre en contacto con el líquido será mayor y, en consecuencia, este se arruinará con mayor rapidez. De hecho, cuando se sabe desde el principio que lo más probable es que no se vaya a beber toda la botella, lo aconsejable es taparla nada más servir, para que la oxigenación sea mínima.

    Si se encuentra en buen estado, el corcho original sirve para volver a cerrar la botella. Hay que procurar introducirlo lo más profundo que se pueda en el cuello del recipiente, para que el bloqueo con relación al exterior sea más seguro. También existen unos tapones herméticos, fabricados de manera específica para este fin, que se comercializan en las tiendas especializadas. Y hay incluso unos accesorios que incluyen no solo el tapón sino también una bomba de vacío: cierran la botella y extraen el aire que haya quedado dentro. De esta forma, la vida del vino se prolonga más.

    2. Guardarlo en el frigorífico

    Tal como ocurre con los alimentos, el vino también conserva sus propiedades durante más tiempo si se encuentra a baja temperatura. Por ello, conviene guardarlo siempre en el frigorífico si se ha abierto; en caso contrario es un error. Luego, lo más idóneo es sacarlo dos o tres horas antes, para que recupere poco a poco la temperatura apropiada para beber (7-12 ºC para los vinos blancos, 12-14 ºC para los tintos).

    Si se sabe que no pasará mucho tiempo hasta beber el resto de la botella, o se prefiere evitar el frigorífico, la botella también puede quedar fuera de la nevera, siempre que sea en un sitio fresco, seco y oscuro de la casa. La luz, sobre todo la del sol, puede alterar el sabor del vino en pocos minutos.

    3. En posición vertical

    Uno de los principales consejos para conservar el vino cuando la botella aún no se ha abierto es colocarla siempre en posición horizontal. Esto permite que el corcho esté todo el tiempo en contacto con el líquido, lo cual evita que se reseque, se agriete y deje pasar el oxígeno. Pero una vez que la botella se ha abierto, la recomendación es justo la contraria.

    Ahora lo conveniente es guardar las botellas de forma vertical. ¿Por qué? Pues de nuevo por la acción del oxígeno. Si la botella está de pie, la superficie de vino que queda en contacto con el aire es mucho menor que si está acostada. Además, es muy posible que el corcho haya sufrido contaminaciones, por lo que no interesa en contacto con este. De modo que la puerta del frigorífico es un lugar estupendo para guardar las botellas de vino abiertas.

    4. Pasar el vino a otra botella, una alternativa

    Cuanto menor sea la cantidad de vino restante, mayor será la cantidad de oxígeno que quede dentro de la botella y, por ende, mayores los perjuicios que ocasione. Para evitarlo, existe la posibilidad de cambiar el vino de recipiente. En vez de dejarlo en su botella original, se vierte en una más pequeña, que también pueda cerrarse de forma hermética. De ese modo, el vino conservará sus propiedades durante más tiempo.

  • Un compuesto del vino tinto podría prevenir las caries y combatir la enfermedad de las encías

    Beber moderedamente vino es bueno para la salud, posiblemente debido a los polifenoles abundantes de la bebida. Ahora, investigadores del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL), han hallado que los polifenoles también podrían ser buenos para salud oral, especialmente para la caries dental y la enfermedad de las encías.

    Los investigadores españoles han descubierto que los polifenoles ayudan a evitar la presencia de las bacterias en la boca. Ahora bien, destacan, eso no quiere decir que se encienda una ‘luz verde’ para beber más vino tinto.

    Algunos beneficios para la salud de los polifenoles se han atribuido al hecho de que estos compuestos son antioxidantes, lo que significa que probablemente protejan al cuerpo del daño causado por los radicales libres. Sin embargo, estudios recientes indican que los polifenoles también podrían promover la salud al interactuar activamente con las bacterias en el intestino. Eso tiene sentido porque las plantas y las frutas producen polifenoles para evitar la infección por bacterias dañinas y otros patógenos.

  • El vino, bueno para el cerebro

    Según Maiken Nedergaard, investigador de la Universidad de Rochester y autor principal de este estudio, «hemos demostrado por primera vez que las bajas dosis de alcohol son beneficiosas para la salud del cerebro, porque mejora su capacidad para eliminar los desechos».

    Y este proceso de limpieza cerebral incluye las proteínas betaamiloide y tau cuya acumulación se asocia a la aparición de la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia. Para demostrarlo, este equipo de científicos suministró bajos niveles de alcohol (2 bebidas por día) a ratones de laboratorio y esto produjo que su cerebro fuera más eficiente en una serie de pruebas cognitivas y motoras.

    Y esta es la recomendación de estos investigadores estadounidenses: “Las bajas dosis de alcohol son beneficiosas, mientras que el consumo excesivo es perjudicial para la salud en general». O dicho de otro modo. Este estudio pionero ha demostrado que el consumo bajo de alcohol provoca un menor riesgo de sufrir una demencia. Sin embargo, una excesiva durante muchos años provoca un mayor riesgo de deterioro de la salud general del cerebro».

    Enlace: http://cadenaser.com/tag/salud_publica/a/http://cadenaser.com/tag/salud_publica/a/