A medida que nos vamos acercando al mundo de la enología, ir conociendo sus detalles y peculiaridades pueden ir haciéndonos encontrar nuevos matices sensoriales con los que hacer la experiencia aún más completa.
Desde el momento en que se descorcha una botella. Si observas que no está limpio, que hay una filtración, es fácil pensar que este vino puede tener algún problema.
Tonalidad. Ya servido el vino en la copa, nos interesa poner un fondo blanco — para poder observar su color. Inclinamos sobre este fondo y buscamos matices e intensidad. En general, los vinos tintos jóvenes suelen ser brillantes y tener tonos rubí o cereza, mientras que los crianza o reserva a menudo, una tonalidad teja. En cuanto a los blancos, son más pálidos cuanto más jóvenes y, a medida que van envejeciendo, su color se hace más potente hasta llegar a ser pajizos o dorados. Estos cambios de tonalidad también se pueden apreciar en el borde del disco (la parte superior del vino vertido en una copa).
Capa. Se dice que un vino es de capa alta cuando es opaco (no se puede distinguir bien a través de él), y que es de capa baja cuando es más transparente. Nos interesa que el vino esté limpio: si la capa es turbia es muy posible que en boca también lo sea.
Densidad. Son las gotas que van cayendo por la copa tras moverlo. Si bajan rápido, el vino es más denso y, por tanto, con una graduación alcohólica mayor.
Enlace: https://www.elconfidencial.com/consumo/2020-11-27/cata-vino-blanco-tinto-bra_2847335/