Ataque.

De esta manera se conoce a la primera impresión que percibimos en boca. Es entonces cuando vemos cómo se equilibran en la lengua los cuatro sabores: dulce, salado, ácido y amargo.

En general, sabemos que la edad hace que cambie notablemente el sabor en los vinos blancos: los más jóvenes tienden a cítricos ácidos, mientras que los envejecidos nos evocan la dulce fruta madura. En cuanto a los tintos, los jóvenes nos recuerdan a los frutos rojos, mientras que los añejos han evolucionado a sabores minerales y especiados.

Textura.

Sí, el tacto también interviene en la cata de un vino. Si nos fijamos, su textura nos hablará de las sensaciones táctiles: ¿Es suave o es áspero? ¿Es aterciopelado o astringente?

El cuerpo nos habla de la sensación que percibimos en la lengua en cuanto a la intensidad del sabor, el grado de alcohol… Y la astringencia, producida por el contenido de taninos del vino que estemos catando, nos transmite una sensación de aspereza, de sequedad en la boca.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/consumo/2020-11-27/cata-vino-blanco-tinto-bra_2847335/