A medida que nos vamos acercando al mundo de la enología, ir conociendo sus detalles y peculiaridades pueden ir haciéndonos encontrar nuevos matices sensoriales con los que hacer la experiencia aún más completa.
Por eso en la cata del vino se considera esencial ‘meter la nariz’. La nariz es la suma de los diferentes olores de un vino y variará, tanto en intensidad como en calidad, dependiendo del origen del vino, de la variedad de la uva, de la edad, la crianza… La nariz, a su vez, se diferencia en aroma y buqué.
Aroma. Huele el vino antes de moverlo o agitarlo. Así podrás identificar los aromas primarios, aquellos que son propios de la uva. Agita la copa para que, en contacto con el oxígeno, surjan los aromas secundarios del vino. Estos aromas ya no proceden de la uva, sino de su fermentación.
Buqué. Si sigues agitando, puede que aparezcan aromas terciarios, propios de los vinos envejecidos en depósitos, barricas o botellas.
El vocabulario con el que se describen los aromas es muy extenso: florales, vegetales, frutales, minerales, etc.
Fuente: https://www.elconfidencial.com/consumo/2020-11-27/cata-vino-blanco-tinto-bra_2847335/