Ligeros y secos. Vinos jóvenes y ácidos, sin cuerpo, raramente añejados en barricas de roble, no suelen ser aptos para envejecer.
Secos y amplios. Tienen más cuerpo y pueden envejecer en bastantes casos en barrica o botella. Aunque técnicamente son secos pueden tener cierta dulzura.
Secos y concentrados. Más complejos y con más cuerpo, mejoran si son añejados en barrica y botella, este grupo incluye los mejores vinos blancos no especiales.
Aromáticos. Son los procedentes de determinadas variedades que destacan por sus aromas, siendo secos o semisecos.
Semisecos. Sin ser dulces, son los embotellados antes de que la totalidad del azúcar se haya transformado en alcohol.
Dulces y licorosos. Intensamente concentrados, con cuerpo y complejos.